UN JUEGO INOCENTE

A veces empezamos juegos que no acaban como esperamos.

Todo empieza por querer sacar la parte gamberra de uno, porque todos, no nos engañemos la tenemos.

Y empiezas un día a jugar, sin molestar a nadie, dejando ir la parte gamberra, hasta que te encuentras a alguien que no te reconoce, y por algún motivo, sin apenas darte cuenta, entras en conflicto con ella. Y sin quererlo, el diablillo que todos llevamos dentro se adueña un poco de ti.

Cuando te das cuenta que puede haber alguna batalla primero intentas evitarlo, pero, ains tu parte bruja te vuelve a dominar y dices: NO PASA NADA, LO PODRE CONTROLAR, es sólo un juego. Y en esta vida todos jugamos, ¿hemos venido a eso no?

Y sigues jugando, porque en el fondo eres un diablillo, sin pensar que aquella persona que no te ha reconocido no se lo toma como un juego, sino como algo real, como una competición, pero para ti sigue siendo un juego más y tu vas lanzando pistas de quien eres, sutiles eso si, porque la brujilla es así. Y esa persona sigue sin darse cuenta de quien eres. Aunque tu has dado suficientes pistas para que te reconozca.

Hasta que la situación se descontrola, y toma un cariz que nunca debió tomar.

Todos salimos heridos, resentidos, por un motivo o por otro, por un juego sin más.

LA CONCLUSIÓN: Yo seguiré jugando, porque me encanta haber recuperado mi parte gamberra, pero si que me duele el que alguien se piense que lo he utilizado para reírme o herirla, no ha sido mi intención. Pero también es cierto que todos tenemos que saber jugar, y que si no estamos dispuestos a ello, no vale la pena jugar.