Esas ganas de llorar,
que no puedes casi
reprimir, y que no
sabes bien bien a que
se deben.
Tal vez el pensar
lo que hubiera podido
ser y no fue.
Esas zapatillas, que
estaban siempre presentes,
hasta el punto de ser
algo perenne y querer
que caducaran porque
representaban algo
para lo cual no
estaba preparada.
Esa ausencia, de ese
cepillo de dientes
que llevaba tu nombre
sin saberlo.
Esas ganas de no
parar de tocarte, que
son inconscientes.
Mis manos buscan
tu piel, sin quererlo,
sin buscarlo, y
reprimen a esos labios
que buscan los tuyos,
para que apaguen la
sed que tienen.
Y seguimos reprimiendo
esas ganas y esa sed...
25/05/2017